sábado, 9 de julio de 2011

La heterosexualidad, mata







"Muchos quieren cambiar el mundo, pero pocos quieren cambiarse a sí mismos". (Icíar, Bollaín)


Te mezclaran con los lisiados
Con los tuertos
Con los apestados
Con los indocumentados
Con los ladrones
Serás llamada-o desecho: escoria.
Les daras asco.
Apartaran su mirada, horrorizados.
Mejor así: que se asusten.


Ni se sentarán contigo a comer, ni te tratarán como igual en todos los aspectos: tendrás que aprender a moverte entre ellos-as, siendo una-un marginal, y agachar la cabeza, tu ser, tu mirada.

Al princio te preguntarás ¿por qué? Luego, probablemente, te coma la rabia, al no poder transcender de esas cárceles simbólicas, invisibles, esa violencia maquillada, disfrazada de bondad-caridad-empatía. No te asustes, mejor ser compañer@ de caínas y caínes, que de abelas y abeles, machistas, homófobas-os, transfobos-as y heterosexuales europeistas.

Tienes que tener sumo cuidado con las palabras, con los poseedores de esos metales preciosos, de los grandes medios. Te pondrán miel en los labios para que te lamas la comisura de los labios, y reacciones, queriendo tu parte. Seguiras los caminos necesarios para adquirir la dignidad: apártate ( o juega a su nivel: imitando su estilo hipócrita, que da mayor resultado) sin dudarlo de aquellas-os izquierdosos o neo-fascistas que necesitan ocupar su tiempo para "transformar el mundo". Pero lo más importante, cuando llegues a tu hogar, casa, espacio vital: lee, escucha, mira...todo lo que escribe, compone, pinta y hacen los homosexualas-es, transexuales-as, bisexuales-as y demás. Pocos heterosexuales-as podran ofrecerte herramientas útiles para construir tu vida de forma independiente y autónoma de forma digna.

Hacía la carrera entre Clichy y Pigalle, allí divisaba a veces al pére de trennes y al san juan de Barbès camino de la casa de citas de Madeleine, los señalaba con el dedo a los transúntes y perseguía con mis sarcasmos y risas, espero que se la metan bien!, llevan ustedes el tubo de vaselina?, y así durante añs y años protegida del mal por condones de confianza y el sostén discreto de algún macarra hasta la madrugada en que fui atacada por un grupo de cabezas rapadas con trajes paramiliares, litronas y porras de goma, joder, qué tía, parece Madame Butterfly, a esa nos la calzamos, ladraba su jefe, me había agarrrado por un brazo y sentía el hedor de su aliento peleoón cervecero, ven ricura, andamos de bureo, lo vas a pasar en grande, del restregón que te damos no te reconocerá ni tu madre, me arrastraron a un automóvil sin hacer caso de mis voces, nadie acudió a defenderme, los testigos del rapto miraban de lejos o apretaban el paso, cuatro, eran cuatro, el chofer y otros tres, los del aisento trasero me apretujaban las tetas con sus pezuñas de cerdo, son de silicona o seguiste un tratamiento hormonal?, hostia!, no tiene pito, se ha hecho operar a cuenta del Estado y luego nos machacan con impuestos!, me rasgaban el vestido en plena ciudad y se mofaban de mis gritos, canta tu ópera china asquerosa, ésta será tu despedida!, todo parecía una pesadilla, donde estaban mi chulo y las patrullas de policia que solían recorrer el barrio, se denían a pedirme la documentación y me fichaban y refichaban en comisaria? se habían eclipsado! me hallaba en manos de una banda de nazis, encajonada entre los tocones, el mandamás y el chofer, adonde me llevaban y qué iban a hacer de mí?, veían las nucas afeitadas de los de delante, bulbosas, sus hocicos de puerco, salieron del periférico hacia zonas más solitarias y oscuras y pasaron al fin junto a un descampado, a tierra, puto, ahora sabrás lo que os aguarda a las chinas de tu especie y allí se turanaron para encularme con sus vergas antes de darme un puntapie que me partío dos dientes y amenazarme aún con un APRENDE LA LECCIÓN. No sé como pude levantarme y camainar hacia la salida del periferico, amanecía y a la luz todavía anémica, pude apreciar en el espejito de bolsillo la magnitud del desastre, ojos a la funerala, labios sangrantes, mejillas hinchadas, churretes de rimel, mi imagen inspiraba horror pero no compasión, los gritos de auxilio no sacuidían a los automovilistas de su egoísmo, unos aceleraban, otros apretaban el pedal de los frenos y arrancaban de nuevo, la habará castigado un macarra, será un ajuste cuentas entre drogadictos e invertidos, mientras yo titueba deshecha, una verdadera eccefémina, hasta dar con el coche de policía, ingresar en el hospital , ser atendida en el servicio de urgencias, allí mismo me tomaron declaración, denuncié al grupo agresor, preocedieron a una serie de análisis y tests sanguíneos, recibi ayuda psiquiatrica, volvía a casa como una sombra de mí misma, humillada, necesitaba recomponer mi cara, convivir temporalmente con mi imagen desencajada, pasaba los días encerrada en la buhardilla con otra ex gasolina aprensiva de lo que aún podía venirme encima, el resultado de los análisis del hospital, la confirmación oficial de que era seropositiva, y todo sucedio como me temía, leí y releí la sentencia médica, la rompí e hice trizas, la psiquiatra me recetó una lista de tranquilizantes, me aconsejaba que me encarara a la realidad, me enfrentara con ánimo a la desgracia, soyez forte, ne vous decouragez pas, ne laissez surtout pas le suivi psychologique, durante meses y meses iba como una autómata de mi cuartucho a su consultorio y del consultorio al cuartucho, sin perspectivas ni horizonte algunos y un día oí por casualidad sobre la ocupación de una iglesia, y las acciones a favor de los excluidos de la sociedad, condenados como yo a una situación marginas, a una vida clandestina, vi al fin brillar una luz, un rescoldo de espaeranza, puesto que combatían el racismo, me dije, podran ocuparse de mí, una transexual mestiza excluida por partida triple, una marginal entre los marginales, me puse el traje de faralaes con el que iba veinte años antes al cine luxor y me precipité a Barbès, los usuarios del metro se apartaban de mí, pero un orgullo nuevo una vibrante sensación de autoestima me alentaban y sostenían, quería incorporarme a aquel movimiento identario y reivindicativo, luchar con uñas y dientes contra la opresión de nuestra sociedad farisaica, heterosexual, homofóbica, machista, racista de los eurócratas, me presente en la recepción improvisada a la entrada del templo y expuse mi caso, primero con palabras mansas y luego a gritos. Mi mera existencia era una provocación, transexual, asiática, seropositiva, nadie merecía más ayuda solidaria que yo, estaba dispuesta a pelear por mí y los demás, a enfrentarme a las instituciones normalizadoras y sus perros de presa, hablaba de forma lírica y exaltada, recité un poema ecuménico de Ernesto Cardenal, convencida de que mi elocuencia me los había metido en el bolsillo, por eso cuando el portavos de los ocupantes de la iglesia me soltó abruptamente, tenemos demasiados problemas con los inmigrantes indocumentados, como para dedicar nuestro tiemos a los travestidos caí, como decían Auxilio y socorros, del altarito, no daba crédito a mis oídos, cómo podía aquel representante de una organización consagrada a compatir la exclusión social y pobreza despacharse conmigo con tanta crudeza e insensibilidad? me sentía de nuevo como en el descampado en donde me violaron, le di la espalda sin poder contener las lágrima, y allí estaba el obispo estrella de cine, el supuesto defendsor d elas causas progresista y humanitarias, orondo, con gafas y aires grotescos de reina, abierto como una flor a la luz de los focos de la televisión, usted me perdonará, como puede ver tengo una agenda sobrecargada y no dispongo de tiempo para escucharla dé sus señas a uno de los vocales, ellos la atenderán, y me dejo para precipitarse a robar luz como una atolondrada falena, quise gritarle quién es usted, monseñor de mierda, para tratarme de esa manera?, ha vivido acaso siete vidas como yo?, ha conocido las angustias de la delación y el tormento?, tuvo el privilegio de visitar a San Juan de la Cruz en su mazmorra de Toledo?, deseaba plantarle una tarta de crema en la jeta delante de millones de telespectadores, así aprendería a burlarse de mí y desentenderse, como sus pares, de mi abandono y enfermedad!, unos hijos de puta, eso es lo que eran!, la rabia me asfixiaba, cómo vengarme de ellos, de su indiferencia a mis desdichas, de su generosidad de pacotilla, de sus piruetas mediáticas?, les odiaba, sí, les odiaba, quise pinchar las ruedad de los automóviles, aparcados en las cercanías, pero, cómo dar con el martillo y los clavos?, rompí, eso sí, varias antenas de sus radiocasetes, toma, para que te jodas! y tú también, maricón, que no me vengan ahora con el cuento de las organizaciones humanitarias!, me refugié en la buhardilla que compartía con la otra gasolina, completamente histérica y desgreñada. Quería aplastarlos a todos como cucarachas, ahora se enterarían de quien era yo!, empecé una campaña de acoso telefónico a los ocupantes de la iglesia con las tarjetas que mi compañera había birlado en un quiosco, les llamé cien, quinientas veces, aló!, son ustedes los empresarios del dolor? los farsantes de la caridad?, las sanguijuelas de la miseria?, variaba los registros de voz para no ser identificada, y respondía a su desconcierto con carcajadas e insultos, a tomar por culo como yo, banda de chulos!, luego me serví de Minitel, solicité con cargo a su cuenta, toda clase de artículo en las empresas de venta por correspondencia, trajes de armani, caviar de irán, orquídeas, champan, fuagrá, ropa interior, perfumes, filmes pornos sadomasoquistas, consoladores, quince niños jesus, lavadoras, frigorificos, vibradores, latigos...cuando la policia me localizó la deuda de los caritativos ascendía a mas de trescientos mil francos, fui a parar a la cárcel de mujeres y aquí espero el juicio en la sección especial de las contagiadas por el virus a tope de odio hacia ustedes dos: el hipócrita y el escribidor, hacía su santurronería, y egoísmo, que los mismo les da meterme presa que hacerme agonizar en un hospital de apestados, estoy harta de sus palabras de consuelo y miserables excusas, sigan, sigan, con las páginas de este libro y váyanse a follar con sus santos!.


Carajicomedia, de Goytisolo.

A Jane Campion, la primera directora de cine que conocí con nueve años.
A Juan Goytosolo, por protegerme sus letras y darme fuerza
A Sabine Bernardi, la directora de Romeos, por hacerme sentir menos sola y darme aire.
A Karen Embé y Júlia Fortes, por ser las primeras mujeres a las que les hable cara a cara de mí: del dolor de la caridad a la que fuí sometida hace más de 20 años y a lo que tuve que volver a hacer al llegar a Barcelona, y que aún hago, y me sigue matando.
A todas las mujeres que me han gustado, y me han rechazado: sigo sangrando y lo peor de todos, es que me siguen gustando más y más!