La felicidad es vasta y altiva como la desesperación, es preciso que tu felicidad espante, como la desesperación.
La única felicidad verdadera es la del ermitaño.
Es preciso que la felicidad, al igual que la desesperación, sea indiferente a todos los seres, a sus palabras, y asimismo a sus pensamientos.
No tengo más que un ejemplo que proponerte: el de la mujer con mano de armiño. Cuando su manto de armiño se soltó y cayó al barro, unos transeúntes lo recogieron y se lo tendieron; pero con gesto altivo ella se apartó y siguió su camino, con los hombros desnudos bajo el viento y la lluvia.
Guárdate de la moderación, así como otros se guardan del exceso.
Porque la prudencia es el peligroso adversario del heroismo y de la alegría.
No sigas jamás un consejo, ni siquiera uno de los que lees aquí. Todo ser debe vivir su vida personal y adquierir un alto precio la experiencia que nada demuestra.
A veces lo que nos imaginamos que es la felicidad es gris, tanto como el crepúsculo de los sepúlcros.
A veces también estimo que toda felicidad es cobarde y maligna.
pero lo que es cierto es que hay que temer a la felicidad igual que a un amigo traidor que se insinúa en casa.
Existen felicidades, que sólo se obtienen a cambio de los más alto y lo mejor de una. Y entonces es una igual que una mendiga que hubiese arrancado, para ropas de seda y delicados festines, sus dos pupilas sangrantes.
En verdad, no hay más que un sólo bien: la soledad.
Hay pocas cosas que decir sobre el amor. Nadie lo conoce aún, aunque todos creen haberlo experimentado.
Lo que yo te diría sobre el amor tal vez te inspire un vivo interés: nada de lo que atañe al amor es indiferente.
Lo que yo te diría sobre el amor tal vez te ineteresase, pero, sin duda alguna, nada te enseñaría.
Nunta tenemos asegurado en no amar. Tampoco tenemos asegurado el amar un día.
Escucha respetuosamente a todos aquellos que te hablen de amor o de su amor. Porque, en materia de amor, las palabras de un hombre mediocre pueden albergar una verdad preciosa, una poesía inestimable.
El único dolor sin estrellas es el de los seres que sufren, por no sufrir
La amistad es más peligrosa que el amor, porque sus raíces son más fuertes y más honadas que las raíces del amor.
Ciertos seres al igual que otros aman el amor. Sufren por la amistad al igual que otros por el amor. No tienen en su existencia, sino una sola amistad, al igual que otros no tienen sino un solo amor. Es en el momento en que la amistad se les escapa cuando finalmente desesperan.
Y cuando finalmente desesperan es cuando encuentran la felicidad.
Porque la felicidad es igual que la magnificencia de las ruinas.
Teme al sueño, porque aporta las ensoñaciones grávidads de espanto y que hacen que una bendiga el despertar, el propio despertar gris.
Pero no temas la muerte...
Porque los muertos, tendidos en un lecho de violetas, ya no se entristecen por los sueños que la existencia no ha hecho realidad, ni por los perfumes desvanecidos, ni por las músicas que se han callado....
Porque, los muertos han podido al recuerdo cruel de la amistad, que, antaño, engañó, y del amor que , antaño, traicionó....
Renné Vivien.
Y ahora, me voy a los jardines de Safo, a soñar, sí...
La única felicidad verdadera es la del ermitaño.
Es preciso que la felicidad, al igual que la desesperación, sea indiferente a todos los seres, a sus palabras, y asimismo a sus pensamientos.
No tengo más que un ejemplo que proponerte: el de la mujer con mano de armiño. Cuando su manto de armiño se soltó y cayó al barro, unos transeúntes lo recogieron y se lo tendieron; pero con gesto altivo ella se apartó y siguió su camino, con los hombros desnudos bajo el viento y la lluvia.
Guárdate de la moderación, así como otros se guardan del exceso.
Porque la prudencia es el peligroso adversario del heroismo y de la alegría.
No sigas jamás un consejo, ni siquiera uno de los que lees aquí. Todo ser debe vivir su vida personal y adquierir un alto precio la experiencia que nada demuestra.
A veces lo que nos imaginamos que es la felicidad es gris, tanto como el crepúsculo de los sepúlcros.
A veces también estimo que toda felicidad es cobarde y maligna.
pero lo que es cierto es que hay que temer a la felicidad igual que a un amigo traidor que se insinúa en casa.
Existen felicidades, que sólo se obtienen a cambio de los más alto y lo mejor de una. Y entonces es una igual que una mendiga que hubiese arrancado, para ropas de seda y delicados festines, sus dos pupilas sangrantes.
En verdad, no hay más que un sólo bien: la soledad.
Hay pocas cosas que decir sobre el amor. Nadie lo conoce aún, aunque todos creen haberlo experimentado.
Lo que yo te diría sobre el amor tal vez te inspire un vivo interés: nada de lo que atañe al amor es indiferente.
Lo que yo te diría sobre el amor tal vez te ineteresase, pero, sin duda alguna, nada te enseñaría.
Nunta tenemos asegurado en no amar. Tampoco tenemos asegurado el amar un día.
Escucha respetuosamente a todos aquellos que te hablen de amor o de su amor. Porque, en materia de amor, las palabras de un hombre mediocre pueden albergar una verdad preciosa, una poesía inestimable.
El único dolor sin estrellas es el de los seres que sufren, por no sufrir
La amistad es más peligrosa que el amor, porque sus raíces son más fuertes y más honadas que las raíces del amor.
Ciertos seres al igual que otros aman el amor. Sufren por la amistad al igual que otros por el amor. No tienen en su existencia, sino una sola amistad, al igual que otros no tienen sino un solo amor. Es en el momento en que la amistad se les escapa cuando finalmente desesperan.
Y cuando finalmente desesperan es cuando encuentran la felicidad.
Porque la felicidad es igual que la magnificencia de las ruinas.
Teme al sueño, porque aporta las ensoñaciones grávidads de espanto y que hacen que una bendiga el despertar, el propio despertar gris.
Pero no temas la muerte...
Porque los muertos, tendidos en un lecho de violetas, ya no se entristecen por los sueños que la existencia no ha hecho realidad, ni por los perfumes desvanecidos, ni por las músicas que se han callado....
Porque, los muertos han podido al recuerdo cruel de la amistad, que, antaño, engañó, y del amor que , antaño, traicionó....
Renné Vivien.
Y ahora, me voy a los jardines de Safo, a soñar, sí...
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